TERTULIAS
Una noche dedicada al pensamiento.
De pie, sin parecerlo ni poder creerlo, me mantengo. Ya sé que hoy en día es difícil pensar en desertar, en abandonarlo todo sin mirar atrás, pero me he visto en la penosa necesidad de considerarlo. Nunca imagine que estos altibajos causaran tal efecto en mí y la verdad es que nunca me he considerado un persona fácil de presionar, ni débil para no lograr sus propósitos. Pero me sentí defraudada, traicionada y controlada, así que mi salida fácil fue pensar en el poder de dejarlo todo atrás y que sin dudarlo en ese momento era la opción más fiable para mi bienestar. Tengo que admitir que solo de pensarlo me dio miedo, temí por hacer una vez más lo que menos me ha gustado, el ser inconstante. Y quiero contarles que si lo pensé no fue para llevarlo a cabo, solo fue querer tener el efecto de poder reflexionar, y como ya todos han de saber es mi momento favorito del día, es ese momento en donde me puedo encontrar con lo más obscuro de mí, sin llegar al hoyo negro, sin resbalar aún estando pendiendo. Es solo que he querido contarles una anécdota, que claramente no se basa, ni en lo superficial del momento, ni en lo espiritual del contexto, es simplemente un sentir de la distancia, un tumulto en el pecho, que veces no me deja respirar por algunos momentos y que de alguna manera el desemboque de las impenetrables tropas que atacan a mí corazón, pueden llegar a sentirse como infinitos trotes que no dejan descansar, así que se los cuento para liberar mi pensamiento y poder conciliar el sueño.
Quiero hablares de que la distancia, esa lejanía de dos tierras, de dos cuerpos, de dos esencias es muy difícil, y pararse en el abismo de la soledad no es otra cosa más que encontrarse en las penumbras lúgubres del pensamiento irracional de la humanidad, que cautiva con su temible sonrisa y que quizás no llega a mirarte, consecuencia de la ironía en la que vivimos perpetuamente, haciendo que nuestros cuerpos inertes anhelen el consuelo del sol, y la luz que da su estrepitoso resplandor momentáneamente vislumbre fúnebres sombras maquilladas de anhelo y esperanza, de euforia y éxtasis, y que sin quererlo se vuelvan oasis en el desierto. Pero aún cuando todo pareciera sombra, ó luz deslumbrante, te encuentras contigo mismo, te platicas y te cuentas del río que desemboca en el mar mediterráneo y que sus olas rompen contra viento sobre tu cuerpo y allí es en donde te relajas, en donde simplemente comienzas a sentir la riqueza y la suave dulzura de su arena y tus pies logran disfrutar con cada huella, entonces reconoces tu verdadero yo. Si existen pesares, al caminar en la arena los borra la marea y sigues adelante sin saberlo, sin siquiera pensarlo, pues siempre vas un paso delante de todo lo malo que pudo transitar, y la idea de desistir ya no está más, se evaporó secando todo a su alrededor, como arena mojada en una tarde soleada.
Las visitas concurrentes te hacen amenizar el clima, que aunque sombrío esté, las charlas típicas del día han de denotar tertulias interminables por la fuerza de la voz y la comunicación, yo receptor, tu emisor y viceversa. Logrando entablar constantes enfrentamientos, referentes a temas históricos, con fines no lucrativos, de poco y bajo perfil ético, pero aún así, causan sonrisas y una buena manera de perder el tiempo. ¡Uff! Como ahora es mi relato, esta historia, sin querer queriendo, se ha adentrado en momentos que ya ni recuerdo. En historias guardadas bajo la almohada, ¡Que belleza! Allí es en donde descansa el alma ¿No lo creen?
Felices días, almas solitarias, transeúntes sin mirada, polisones agraciados, pobres pero adinerados y ricos sin falsas esperanzas… Los dejo en cuenta de que este momento se lo dediquen al pensamiento, a la mera absorción de todo lo que aprendieron. Les regalo mi corazón y mi reflexión, que son vagas palabras que tengo en el alma y que como siempre llevan entrañado mi aliento.
¡Que les sea prospero cómo la vida e infinito cómo el universo!
Larissa Bhöñam Polletté
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario (",)